Ser escritor no mola nada

Por Virgina Lancha, sígueme en Twitter 

Te imaginas una mesa con un portátil brillante, la luz en haces rebotando en la loza pulcra y blanca de una taza de té. Un bote lleno de plumas estilográficas, lápices de punta afiladísima y tú, erguida, en una silla de comodidad perfecta, frente al teclado, escribiendo la frase magistral que deja redonda la historia que ganará el Premio Planeta y que te cubrirá de euros y de gloria, de ofertas de tertulia, de largas colas (mejor filas) de lectores ilusionados en la Feria del Libro, dándote la mano, queriendo una foto contigo. Llevas el pelo recogido y se escapa un bucle perfecto mientras te colocas las gafas de ver que te realzan la inteligencia. Un gato ronronea en el sofá y entonces… la olla exprés pita en la cocina y tu hija te da dos voces desde el baño porque no encuentra el secador mientras descubres que las migas de la merienda se han colado en el teclado de tu obsoleto ordenador.

Ser escritor no es lo que era. Mola soltarlo en una reunión de antiguos alumnos, pero ser escritor ya no luce como antaño desde que todo es mucho más gratis, mucho más accesible y por supuesto mucho más visual e inmediato. 

Me llamo Virginia Lancha y tengo 40 años y sí, soy escritora (lo dicen en internet así que tendrá que ser verdad) y mi fin es llamar a cada cosa por su nombre en este noble (¿noble?) arte de la escritura. Pretendo contar lo que nadie cuenta y acompañar a todos esos indecisos en el duro proceso que supone escribir (escribir no: publicar) tu primera novela.

Solo pretendo dar mi visión, pero si mi visión se asemeja a la vuestra, os calma, os hace reír y sobre todo os ayuda, daré palmas como una borracha en la fiesta de empresa después de iniciar el camino de no retorno a la vergüenza ajena.

Tengo una hija de 10 años que se avergonzaba de decir que su madre era escritora en el colegio, me pedía que lo comprendiera, que había profesiones chulas en su clase, gente que trabajaba en la tele, en restaurantes de esos que no se come, incluso enterrando a otros… y que lo mío, bueno, que era como de “pringaos”. El único atisbo de orgullo llegó el día que me hice una foto con Frank de la Jungla en la Feria del Libro porque éramos vecinos de caseta. En fin… la vida y sus cosas.

¿Has escrito cosas que los demás dicen que molan y que querrían leer? Enhorabuena, eres escritor, pero no te confundas: la gente miente por la misma razón que se hace en una boda cuando todo el mundo dice que la novia va guapa. ¿Escribes aquello que tú querrías leer? Ese es un buen comienzo.

¿Quedamos la semana que viene y te cuento eso de que las editoriales no son lo que sale en las comedias románticas? Hasta entonces sed felices y no os compréis plumas: terminarás usando el bic.

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