La novela del siglo: como todas

Los lunes tienen ese toque criminal que a veces subyuga, pero también provocan la sensación de que estás a tiempo para cumplir todos los plazos, incluido tu editor, tu blog, el programa de radio donde colaboras y la compra semanal. ¿No te dije que ser escritor no mola nada?.


Los lunes se empieza todo: la dieta, el gimnasio, la novela del siglo (como todas, ya ahondaré en esta cuestión otro lunes) y la presentación de nuestra obra a las crueles editoriales que no entenderán que eres ese diamante que una vez pulido eclipsará a todos los demás (como todos, insisto, volveremos a esta cuestión otro día).
Enfrentarse a los lunes o a la publicación de nuestra obra es más o menos lo mismo, la cuestión es empezar por algún sitio y rezar porque el resto vaya rodado.
Tras registrar tu obra, asunto meramente procedimental que has buscado mil veces en Internet cuando has dado tu obra por zanjada, tendrás que tomar la decisión de someterla al juicio crítico de los expertos. La elección de los expertos es cosa tuya: tu madre no vale. (¿Por qué? Te ve guapa cuando combinas estampado de cebra y leopardo y te pones hombreras, fin de la cita).
Consejo serio: elige un grupo heterogéneo de lectores (existe un mundo más allá de los titulares de prensa), a ser posible elige personas a las que no conoces (tienes amigos, te ayudarán a hacerlo) y déjales leer tu obra con plena libertad de crítica. Después, puedes convocarles en un bar, pagarles unas cañas, fingir que eres un lector más y… ¡Suerte!. Si tienes redaños para enfrentarte a ese día, podrás enviar tu currículum para ser tertuliano de televisión y como bien sabes, ser tal cosa supone un atajo para ganar el Premio Planeta.
Ser escritor es como ser astronauta: no depende de pisar la luna. De hecho, se puede ser escritor y no haber publicado jamás una novela, aunque si la publicas molas más para tu madre y tus vecinos. Se puede ser un buen escritor o un mal escritor como si fuésemos una película de Tarantino, y como en ese caso, dependerá de a quien le preguntes y su grado de sinceridad y cercanía. Ser o no ser no es la cuestión, la cuestión es saber establecer un objetivo y la estrategia para conseguirlo.
Tras el muestreo, ya sabes que tu obra es la obra del siglo (o no). Ahora puedes elegir darle una vuelta o lanzarte al ruedo. Si quieres te comento el próximo lunes el oscuro mundo de los correctores. (Están en el tercer puesto del ranking de crueldad manifiesta, solo por debajo de las suegras y la dependienta de esa tienda en la que la talla más grande es una 38).
Y mientras tanto no olvidéis llevar sombrero, frecuentar solos las cafeterías para escribir y parecer subyugados con frecuencia, todo ello si queréis ser considerados escritores: bueno, si acaso escribid un poco también.
Y que no se os olvide respirar.

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