Morir matando

Un vals a doble lengua entre Mos Alonso y Virginia Lancha, síguenos en Twitter

Mos Alonso (MA): Dirás tú lo que quieras, pero yo creo que la historia daría un giro inesperado si yo tuviera un affaire con ella.
Virginia Lancha (VL): Para tener la oportunidad de tan siquiera mirarle los pies, tendrías que nacer de nuevo.
MA: Los pies son casi la parte de su anatomía que menos me interesa, así que puedes obviar darle un punto fetichista a la historia.

VL: Pies y fetiche, manido como cuero y zas, zas… ¿Qué voy a hacer contigo? Tendré que pedirte muy educadamente que mueras de aquí a un rato, dejando constancia a mi favor de que no se trata de nada personal, o sí; pero olvídate de yacer, que digo yacer, olvídate hasta de respirar porque ya no te será necesario desde este instante.
MA: Mira que te has puesto pesada con esto de la muerte. Como si no hubiera nada mejor que hacer que ir por la vida matando a los hijos de tu entendimiento. No creo que la muerte me siente tan bien.
VL: La muerte le sienta bien a todo el mundo, es el único traje que nunca sobra ni falta, el único que te puedes enfundar con independencia de la talla y que siempre aguarda en el fondo del armario de todas las casas. Ya quisiera yo perdonarte este invierno, pero sin tu hielo no habrá otras primaveras que necesito desflorar. Así que no me supliques más y muere con un poco de dignidad.
MA: Estaba a punto de proponerte un cambio: tres otoños a cambio de tu invierno, pero veo que tú esta noche matas sí o sí… ¿Tampoco es posible eso de morir matando, que queda como muy épico?
VL: ¿De dónde sacarás el arma que pueda acabar con tu Dios?
MA: De su pluma y su benevolencia.
VL: Touchez, querido antihéroe de mi trazo, creado para morir en la batalla de mis entrelineas y que jamás besó unos labios que no fueran entintados. Morir es tu deber, como el mío es devorar a mis hijos. Nadie dijo que fuese fácil ni que la muerte fuese una opción. No queda más remedio que presentarte a la Parca en el capítulo 2.
MA: Un poco más y me dejas en el preámbulo. Supongo que llegados a este punto sólo me queda despedirme del querido lector deseando que mi periplo haya, al menos, amenizado su llegada hasta Atocha en un cercanías.
VL: Y si no lo ha hecho, mi querido personaje, que se vaya al diablo y le lleve bizcocho casero.
Matar a un personaje, así como crearle, es un acto de responsabilidad para el escritor. Las almas de tinta lloran lágrimas que emborronan las páginas de nuestra conciencia y que nos hace avanzar en el proceso creativo. Encariñarse en exceso con un personaje, una trama, una acción, puede enrocarnos en una posición sin salida. Todas las historias deben tener un final como lo tiene nuestra propia existencia. No dejemos a nuestras creaciones en el limbo, que sea nuestro lector el que los convierta en eternos.
Y mientras tanto… Que no se os olvide respirar.

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