Reseña del libro ‘El Round Último’ de Germán Borda, por Mauricio López

El nuevo libro del escritor Germán Borda ya es una realidad y su colaborador y amigo, Mauricio López ha querido dejar por escrito la primera reseña de la nueva joya literaria del colombiano. Un libro que reúne cuentos cortos y que sigue manteniendo la esencia del escritor. De lectura fácil y rápida y con un fondo que nos muestra que todavía hay mucho que contar En la corta novela El Round Último, Borda nos sumerge, como es usual en sus novelas, a la vida misma. Esta vez en la figura de Jack, un boxeador venido a menos que busca su fama perdida y sus últimos dólares en la pelea final de su carrera contra “KidHurricane”.

Con maestría, Borda nos muestra el mundo difícil del boxeo, que a su vez es el mundo difícil de la vida cuando la pobreza es lo que ronda, la injusticia brilla con fuerza, la incomprensión es pan de cada día y ganarse el sustento diario es una lucha continua. No es una historia dulce, es una cruda visión de la lucha por avanzar en medio de los ambientes dirigidos por el licor, la vida fácil, las apuestas, y a su vez, los sueños, los entrenamientos sin terminar, las instrucciones del entrenador, entre otros. Al igual que la vida misma. Borda nos va llevando al pasado y el presente en cada párrafo; nos entra en la ilusión del triunfo del desprotegido, tendencia humana que subyace en nuestros espíritus. Con un final inesperado, el autor vuelve a impresionarnos con su visión e imaginación en esta novela que con prosa exquisita vuelve a mostrarnos que todavía hay mucho que contar.

En once cuentos, reunidos bajo el sugestivo título “Los Minuteros del Vacío”, Borda nos traslada al Museo del Reloj en Viena. Con una imaginación portentosa, el cuentista nos sumerge en el mundo de la duda, de lo sobrenatural, del tiempo perdido, de lo que podrá suceder en el futuro. Son once relatos que pueden ser reproducidos en una serie de sucesos que siempre han sido motivo de interés y de angustia por parte de los seres humanos. Sin duda pueden convertirse en una serie de cine o televisión donde el suspenso siempre queda al final, la pregunta sin responder, la duda sobre lo que viene después del relato, dejando al público literalmente con el credo en la boca, adentrándose en los misterios del tiempo. Ahí está la maestría de Borda en el relato y una invitación para una agradable lectura.

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