Novela en la que predomina el recuerdo y la nostalgia. Sara, una anciana que nos va descubriendo su vida con sorpresas inesperadas. De telón de fondo España, remontándonos en los constantes recuerdos de nuestra protagonista a los tiempos en los que nos encontramos, la ciencia, y la unidad familiar, todo tejido con un verbo fluido, rico, cohesionado y hermoso.
Destaca en la novela el equilibrio, pues a pesar de un comienzo que resulta impactante para el lector, pues todo transcurre en un ambiente de incertidumbre, de desconocimiento y donde se da una gran alternancia de personajes, que para el lector, en un inicio, son desconocidos. Para, a medida que se avanza en la lectura, dotar los acontecimientos con un sentido, puesto que no es fácil encuadrar y relacionar tantas fechas, momentos y situaciones.
Pero la lectura de la obra, no sólo lo consigue, también dota de lógica y coherencia con respecto a las edades de los personajes, la situación actual de nuestro país y menciones de personajes públicos que suponen un nexo de unión en tiempo, entre el libro y la realidad, pues se producen en el mismo momento temporal.
Otro detalle que aboga por una estructura muy bien cuajada, son los puntos de interés al final de cada capítulo, lo que hace que se quiera seguir leyendo, crea expectativas. Conocido es que hasta en educación, y concretamente en didáctica, se aconseja que se ha de crear expectación en el alumno, para que este quiera seguir aprendiendo; en la literatura ocurre lo mismo, hay que crear expectación para que el lector se enganche, siga leyendo. La estructura de la novela utiliza la técnica del flashback; es decir, hacer movimientos hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, que es una técnica fílmica que aparece en las películas.
Haciendo una pequeña mención al estilo, sorprende gratamente el uso soberbio que hace de la descripción y de manera muy concreta de la adjetivación de los detalles de la que describe. También cuenta con varias y diferentes temáticas, en las que el lector se siente en todo momento identificado, consiguiendo recrear un juego perfecto entre la vida real y virtual.
Afronta y recoge con fuerza la temática de la enfermedad, representada a través de la enfermedad, la sociedad actual y los cambios en el comportamiento de los jóvenes, el amor desde dos perspectivas, un amor bonito y grande que perdura toda una vida, y un amor juvenil, fuerte e intenso, pero frágil en el tiempo, que consigue cambiar y anular a una persona, la universidad y todo lo que ella contiene, y muchos otros parámetros que dejo para que sea el lector quién los descubra. Todas las situaciones que se producen en Aprender a crecer, las hemos podido vivir en algún momento de nuestra vida, desde los comentarios de los más pequeños de la casa, hasta el fallecimiento de un ser querido, o la inauguración de una nueva vivienda familiar.
Aparecen muchas notas históricas. Son muchas las lecturas que se pueden hacer de la novela y una de ellas es la lectura histórica, con una mezcla de historia y ficción, de datos históricos y datos inventados, información actual, calles y edificios de Madrid. El paso del tiempo también se marca en la novela, no sólo por una continua referencia al principio de cada capítulo mediante fechas, sino también por la propia madurez de los personajes, se ve crecer a los personajes.
Como pueden apreciar, forma y fondo hacen recomendable esta novela. Un estilo narrativo, rico y fluido da cobertura formal a un contenido plagado de ficción y realidad – es difícil establecer límites-, tocando un amplio abanico de temas. Se disfruta leyéndola, ya lo creo. Son todos ellos argumentos más que suficientes para felicitar encarecidamente a la autora por su creación, a la editorial viveLibro por poner a disposición de los lectores esta 4ª edición y, como no, para animar a que con su lectura se sumerjan en el mundo de Aprender a crecer, novela que no descubre la razón del título hasta el final.
Javier Sánchez Espada