Cómo construir un personaje a través del deseo

Dicen que las historias son una cadena de acciones dispuestas en un orden narrativo. La verdad es que es una definición poco poética pero muy útil al mismo tiempo. El principal problema al que se enfrenta un escritor (o guionista) a la hora de crear estas historias es que las acciones nunca devienen por sí solas, necesitan de un personaje. Como los personajes son el hilo conductor de toda historia es necesario que pongamos especial detalle en ellos para que nuestra obra resalte con calidad literaria.

Los personajes deben tener un deseo claro aunque este pueda luego estar mediado por deseos inconscientes y deben tener la posibilidad y la capacidad de conseguirlo. A nadie le interesa la historia de alguien que ya tiene todo lo que tiene o que jamás tendrá ni la más remota posibilidad de conseguir aquello que desea. Es decir, las historias sin cambio son aburridas y el cambio se consigue en el viaje que el personaje realiza hacia la consecución de su deseo.

El secreto para conseguir un personaje definido es crear un deseo concreto que guíe todas sus acciones. Los personajes se caracterizan por guiarse por impulsos a la hora de realizar todas sus acciones. Esos impulsos no pueden ser demasiado simples ya que trataríamos con estereotipos sin profundidad psicológica pero tampoco demasiado complejos.

No debemos olvidar que son personajes y son personas. Pretender trasladar la realidad directamente hasta la literatura sin mediación es tan imposible como tratar de alcanzar la Luna aleteando con los brazos.

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