Juan Ignacio Vara: «Al filo de la Palabra’ es un libro que puede ayudar a los lectores a vivir sin miedo»

Juan Ignacio Vara se estrena con viveLibro con Al filo de la Palabra, un libro que no cataloga como teológico si no tal y como recogió un conocido suyo podría denominarse como «literatura teológica». Un libro que surgió como pasión por vivir cerca de la gente y en el que nuestro autor mantiene en todo momento el respeto a la Palabra de Dios pero con un lenguaje cercano hacia los lectores.

Para nuestro autor Al filo de la Palabra es un libro que posiblemente ayudará a los lectores a vivir sin miedo. Todo ello nos lo explica nuestro autor en esta entrevista. 

viveLibro (V): Si Al filo de la palabra no es un libro de teología, ¿qué es? 
Juan Ignacio Vara (JIV): Los libros “de teología” son muy serios, formales y hasta solemnes; a veces, pecan de académicos y fríos. Al filo de la Palabra, así, con mayúscula, lleva la inquietud sobre Dios y la gente… y ninguno de los dos es ni académico ni frío. Porque no son conceptos, sino vidas. Un amigo mío decía que es “literatura teológica”, que vaya usted a saber lo que quiere decir.

V: ¿Qué te impulsa a escribir Al filo de la Palabra?
JIV: La pasión por vivir cerca de mi gente: mis estudiantes de la uni, mis enfermos del hospital, mis compañeros en las celebraciones dominicales… porque todos ellos buscaban un sentido a sus vidas y muchos lo encontraron en la Palabra hecha historia.

V: ¿Qué fue lo más difícil a la hora de escribir Al filo de la Palabra?
JIV: Sin duda, mantener el tono coloquial del lenguaje sin perder el respeto a la Palabra y sin crear distancias con las formas de expresión de los ciudadanos de a pie. En una palabra, huir del tono predicador. Porque pareciera que muchos esperan que, si se habla de lo divino, en cualquiera de sus manifestaciones, se use un tono melifluo. Y de eso no hay nada aquí.

V: ¿A quiénes va dirigido este libro?
JIV: A los creyentes cristianos a los que les hierve la sangre porque sienten que los odres se les están haciendo viejos y no acaban de encontrar los repuestos. Y a quienes, sin ser cristianos, buscan un sentido a la vida más allá de lo líquido de la información cotidiana.

V: ¿Crees que la Iglesia tiene que alejarse del adoctrinamiento moral y acercarse a las facetas más espirituales del sentimiento religioso?
JIV: Supongo que te refieres a la Iglesia Católica. Es normal que ella tenga su doctrina moral, sustentada en bases que pueden y deben ser periódicamente evaluadas. Y es normal que proponga y ofrezca esa doctrina a sus fieles y a cuantos se interesen por esos problemas. Personalmente creo que todos los “adoctrinamientos” son negativos, porque se saltan la dignidad de los “adoctrinados”. Y quienes prefieren ser adoctrinados antes que pensar críticamente, arriesgarse y descubrir, renuncian a ser libres. La Iglesia, creo yo, tiene un papel que jugar en esta marcha adelante de la historia, alumbrando los caminos y, como dice Francisco, siendo “un hospital de campaña para los sufrimientos del mundo”.

V: ¿El mensaje de Jesús y sus apóstoles sigue vivo hoy día?
JIV: Totalmente. Claro que “no vende” en los medios como otros mensajes. Quizá porque lo hemos comunicado mal, quizá porque el amor suena a vieja canción descontextualizada, quizá porque implica compromiso, quizá porque se identificó con personas que lo hicieron quedar mal, quizá… Pero ahí sigue. Y, si uno sale a la vida con las gafas de ver la luz más allá de las superficies, se encuentra con que el Maestro anda por ahí metido entre sus amigos, resucitado.

V: ¿Qué les dirías a los lectores para animarles a leer Al filo de la Palabra?
JIV: Que es posible que les ayude a vivir sin miedo… o que les empuje a perder un falso respeto a los textos “intocables” que fueron dichos por un amigo… o que hasta se digan a sí mismos cosas que han querido decirse y no les salía… que, si lo leen tranquilos y disfrutando la lectura, se sentirán bien acompañando a Jesús a una boda, participando en una lección de amor junto a un pozo y hasta charlando largo y tendido con el hermano Judas. Porque, en estas páginas, hasta a Judas le damos una palabra esperanzada.

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