Javier Velilla: «Ni una puta foto’ es una novela que tiene la capacidad de hacer sentir a todo aquel que la lea’

La editorial viveLibro presenta la nueva novela de nuestro autor Javier Velilla, ‘Ni una puta foto’, una novela que busca hacer sentir a todos los lectores. En algún momento de nuestra vida siempre pensamos en todo lo que vivimos y en cierta manera en muchas ocasiones queremos volver atrás por aquello que dice el dicho de «cualquier tiempo pasado fue mejor». Esa retrospectiva en el tiempo y un afán por saber cómo ha sido la vida de esas personas que una vez pasaron por nuestra vida es la idea central de la primera novela de nuestro autor Javier Velilla.

Ni una puta foto nos cuenta la vuelta al pasado de Luis Cortés a través de unos antiguos diarios y cómo en el presente quiere averiguar qué ha sido de aquellas cinco mujeres que aparecen en ellos. Javier nos relata ese viaje de búsqueda en la que se entremezcla fragmentos de esos diarios. Una novela que hará sentir a todos los lectores y que seguro despertará más de un sentimiento en ellos. A continuación, os dejamos con la entrevista completa a nuestro autor sobre su primera novela.

viveLibro (V): ¿Cómo se despierta en ti el gusanillo de la escritura?
Javier Velilla (JV): En paralelo al de leer, desde muy jovencito. Escribir se convirtió en una válvula de escape, una forma de manejar mis complejos, mis dudas, mis fobias. Una forma de sentirme mejor, me imagino. Sentarme frente a un folio en blanco me ha dado muchas horas de relajación, de alegría y de emoción.

V: ¿Crees que el hecho de vivir en un país culturalmente tan distinto como Arabia Saudí ha influido en tu escritura?
JV: Aún no. Llevo sólo un año en Arabia y la novela estaba terminada cuando llegué. Lo de vivir aquí me está dando es un millón de ideas, de inspiración para personajes, para situaciones. Este país es un carnaval de contrastes, de paradojas y contrasentidos. Eso se refleja también en la gente, y sé que un día todo dejará de dar vueltas en mi cabeza y se asentará en forma de historias, de situaciones, de voces que tomarán cuerpo, tal vez, en mi próxima novela.

V: ¿Por qué tu protagonista siente ese impulso de adentrarse en el pasado?
JV: Hay una razón poderosa, y es la lectura compulsiva de sus diarios. Releer tus propios diarios es un ejercicio arriesgado. Se recuperan memorias enterradas, sensaciones, uno puede hasta volver a oler o sentir cosas que pasaron frente a ti hace veinte años, o más. Además de ese hecho puntual es evidente que el protagonista tiene preguntas abiertas, que están dormidas o latentes, y eso justifica también en parte lo que hace a continuación. La segunda razón puede ser la edad. Hablamos mucho de la crisis de los cuarenta y no sabemos exactamente lo que es, pero lo cierto es que existe, que nos pasan cosas alrededor de ese momento, que aparecen grandes preguntas que responderse, puntos de inflexión, que tomamos decisiones arriesgadas, a veces difíciles de explicar. La suma de las dos cosas lo empuja sin remedio a hacer lo que hace a continuación.

V: ¿Crees que dependemos demasiado de nuestro pasado, que nos cuesta dejar atrás?
JV: Todos miramos atrás. Cualquier lector se puede sentir reflejado, estoy seguro de que hay un poco de cada uno de nosotros en cada uno de los personajes. Si esto nos estorba en el día a día, si nos limita nuestra capacidad de disfrutar y centrarnos en el presente… entonces es un problema; entonces, como tú dices, “dependemos demasiado”. A mí me ha pasado, ha habido épocas y situaciones en las que el peso del pasado me ha paralizado. Yo creo que, en mayor o menor medida, le pasa a todo el mundo. Cuando he compartido el resumen con mis amigos, y los amigos de mis amigos, muchos me han guiñado un ojo, me han dicho… “lo entiendo, yo también, sé exactamente lo que quieres decir…”

V: ¿Por qué escogiste ese título tan lleno de rabia para Ni una puta foto?
JV: Surgió en un avión y lo vi claro en ese instante, me pareció redondo y certero, justo lo que quería. Hay que ponerse en la piel del protagonista: han pasado muchos años, está lleno de ansiedad, de frustración, y se da cuenta de que no tiene ni una imagen a la que agarrarse, cuando hoy en día nos sobran fotos hasta aburrirnos, estamos inundados de imágenes sin sentido, casi sin valor. Y sentado en su casa de Oxford, en la fiebre de la lectura compulsiva, se auto compadece y se dice en voz alta: “…y además no tengo ni una puta foto”.

V: ¿Qué les dirías a los lectores para animarles a leer Ni una puta foto?
JV: Sobre todo, estoy convencido de que la historia tiene la capacidad de hacer sentir. No sólo por lo que le pasa al protagonista, sino porque el lector va, seguramente, a hacer su propio viaje interior. A reflexionar sobre sus ex novias, sus ex novios, en lo que pudo haber sido, en por qué pasó lo que pasó… o lo que no pasó. Y para mí el arte, en cualquier forma de expresión, es eso: hacer sentir. Tal y como lo veo, y por hacer una pequeña metáfora, leer Ni una puta foto puede ser como montarse en una montaña rusa. Hay que estar preparado para que tus entrañas y tus memorias se remuevan un poco… Ojalá os guste, ojalá os haga sentir, y ojalá os pasen cosas bonitas, a todos, si hacéis algo parecido a lo que hace Luis Cortés en la novela.

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