Juan Ignacio Vara: “La Navidad debería ser una novedad no algo a lo que nos hemos acostumbrado con vacaciones, regalos y gastos”

Juan Ignacio Vara vuelve con viveLibro con su libro La Navidad no es un cuento, es un poema, un libro que quiere trasladar a los lectores, tanto creyentes como no creyentes un aporte de ternura. Con este libro, Juan Ignacio quiere que los lectores con este libro saquen una sonrisa o un recuerdo de amor o un deseo de abrazar a medio mundo.

A continuación, os dejamos con la entrevista completa a nuestro autor.

viveLibro (V): ¿Qué van a encontrar los lectores en La Navidad no es un cuento, es un poema? Juan Ignacio Vara (JIV): Van a encontrar cuentos y poemas que tienen la Navidad como atmósfera para respirar. Páginas sencillas, comprensibles por todos, nacidas en geografías diferentes dentro de un mismo mundo. Es posible que a algunos les sorprenda el tono de los cuentos o de los versos. Eso sería algo muy bueno, porque la Navidad siempre debiera ser una novedad y no algo a lo que nos hemos acostumbrado dentro de un calendario de vacaciones, de regalos y de gastos.

V: ¿Qué te ha impulsado a escribir La Navidad no es un cuento, es un poema?
JIV: Siempre ha sido la vida lo que me ha impulsado a escribir, porque a pesar de los tonos oscuros con que a veces se tiñe, es lo más hermosamente misterioso que tenemos y somos. Este libro se compone de textos macerados por años, en unos casos, y de páginas que casi acaban de nacer. Creo que, de alguna manera, Navidad no es un cuento, es un poema quiere ser un aporte de ternura a la sociedad de la que formo parte y que no anda, a mi parecer, sobrada de abrazos. Hay un poemilla titulado Asamblea de los niños suburbanos que expresa, creo yo, algo muy fuerte y real. Y, en algún sentido, el libro entero quiere acumular razones para que esos niños concluyan de otra manera su asamblea.

V: ¿Qué diferencia a La Navidad no es un cuento, es un poema de tus otras obras?
JIV: Uno ha acumulado muchas páginas en este ejercicio de escribir, que no he abandonado en más de cincuenta años. Muchas horas de darle a la tecla, desde cuando había que empezar de nuevo siempre que se corregía un texto, hasta la suavidad del teclado del ordenador. Unas veces “había que escribir” porque la columna del periódico a tu cargo no esperaba o porque la vida universitaria exigía textos elaborados con precisión y abundancia de bibliografía o porque tenías que presentar un trabajo para una revista o una conferencia. O sea, escribir como un trabajo. Pero hay veces en que escribes porque quieres, porque te sale, porque llevas adentro un algo que pide respirar el aire de todos, como un niño que empuja para salir del santuario de la madre. No tienes compromiso con nadie, es pura gratuidad y, al ponerte a la máquina, disfrutas creando historias que tú saboreas en tu propio corazón.

Con los versos es distinto, porque esos van naciendo de a poquito, pluma en mano y, en este libro, como pajarillos asustados que rompen la cáscara del huevo y pían para que los cojan unas manos y les den abrigo… Navidad es quizá el libro “del hombre niño que quería seguir siéndolo”, como dice el título de uno de los poemas. Porque, en Navidad, y en algún sentido, todos regresamos a la infancia.

V: ¿Es un libro sólo para creyentes?
JIV: No es un libro solo para creyentes, aunque, quienes sean en alguna manera creyentes cristianos, van a sintonizar más fácilmente con el contenido de los textos. Creo que las personas, frente a cualquier expresión artística: cuadros, música, poesía, esculturas, arquitectura, cine… podemos sintonizar lo que ellos son, aunque los “contenidos” de esas obras arranquen de unos mitos o unas creencias o ideologías determinadas, de las que participa el autor. Yo, cristiano de hoy, puedo emocionarme con los héroes griegos y sus asuntos con los dioses y sentir profundamente lo escrito por autores ateos y vibrar con películas entrañables creadas por quienes piensan de modo muy diferente al mío. Claro que si, a priori, alguien piensa que todo lo que tiene que ver con la Navidad es una tontería, estas páginas le sobran. No dirán nada a los “muy serios” que andan por la vida buscando componer solo tragedias.

V: ¿Qué significado tiene el hecho de que la Navidad no sea un cuento si no un poema?
JIV: El título afirma en negativo que la Navidad no es un cuento. En castellano usamos esa expresión cuando queremos restar verdad a una historia, una noticia o a un discurso. Cuento frente a verdad. Entonces, la Navidad no es un cuento porque es algo que sucedió alguna vez, en alguna parte, con unos personajes reales. En otro sentido, tampoco es un cuento porque, siglo tras siglo, ese Niño de la Navidad ha estado ahí calentando la vida de muchas gentes y ha motivado canciones, villancicos, dulces, cuadros, partituras y teología de la buena. Claro que también ha sucedido, como a todo en nuestra historia, que la Navidad ha caído en manos de los vendedores de ilusiones y, en parte, la han convertido en carne de escaparate y en temporada de buenas ventas. Quien, sobre todo, la vea así, es posible que diga que le sabe a cuento. Y razón tiene.

Afirmar que la Navidad es un poema tiene sus raíces en la fe sencilla que cree que, quien nace en Navidad, es la Palabra de un Dios que es Padre y que teje sin parar su gran poema de la creación y con esa palabra nos iluminó la poesía de los abrazos, las lágrimas, las miradas, las entregas por los otros… Sería hermoso discurrir sobre la poesía de la Navidad compartiendo un café recién hecho … Es por esta razón por la que el libro termina con un poema libre que se titula “Navidad”. La mayoría de las páginas están llenas de “cuentos”: historias inventadas que, espero, también tengan su algo de poesía.

V: ¿Qué les dirías a los lectores para animarles a leer La Navidad no es un cuento, es un poema?
JIV: Que, si tienen corazón de niños, tengan la edad que tengan, es posible que encuentren en este libro personajes con los que jugar y muchas palabras con las que jugar. Y, si alguien tiene niños de años cerca de sí y les lee algunas páginas, sentirá cómo las palabras brincan como corderillos o andan a pequeños saltos como los gorriones municipales que se han hecho urbanitas y pululan en las terrazas de los cafés, de puro contentos. Léanlo a sorbos, como si fuera una cata de humanidad. Y, si les provoca una sonrisa o un recuerdo de amor o un deseo de abrazar a medio mundo… pues eso es el poema más verdadero, porque ha saltado de las palabras a los actos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *