Entrevista a César Delgado González autor de «Caruba»

V: César, cuéntanos un poco más de ti…

RE: Afortunadamente disfruto de una vigilia muy prolongada, es decir, apenas duermo dos o tres horas máximo durante la noche; esto me proporciona varias jornadas de actividad: la escritura de novela y ensayo, las clases de Judo y Defensa Personal a niños; la escultura y la pintura, la Fisioterapia a pacientes en situación de indigencia… Todas ellas son tareas vocacionales de las que mi espíritu no puede desprenderse.

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V: ¿Cómo nace en ti la pasión por escribir?

RE: Sentía gran emoción al leer las obras de Hermann Hesse y de Ramindranath Tagore. Pero toda mi vida he seguido tras la senda de Alejandro Casona y mi afán era escribir tal que “Flor de Leyendas”; esa obra de primera juventud marcó toda mi vida emocional incluso en la edad adulta. Para dar forma al pensamiento, no solo a las emociones, tuve, desde los años de estudiante, una enorme influencia del filósofo metafísico Enrique Pajón Mecloy, quien descubrió en mí el amor por las Bellas artes.

V: ¿Cómo surge la idea CarubaOjalá me hubiese muerto cuando nací?

RE: Producto de los malos tratos practicados por las monjas Hijas de la caridad durante siete años de internado, desde los tres a los diez años de edad; tuve un psicotrauma que aun perdura en mi avanzada edad. Siempre tuve intención de delatar aquellas espantosas experiencias y aberrantes conductas de las religiosas; el detonante fue la muerte de un hermano que también padeció tan horrible internamiento. Así, pues, llevo toda la vida intentando escribir esta confesión autobiográfica que al fin presento después de más de medio siglo de los acontecimientos. Debo añadir que, la segunda parte de la novela, es muy diferente y, aunque contempla algunas tragedias, significó una verdadera terapia en mi primera adolescencia.

V: ¿Qué van a encontrar los lectores en este libro?

RE: No es para corazones hipersensibles. Los lectores encontrarán la perfidia, la virtud, el sexo aberrante, la dulzura de un educador de sentimientos, las ganas de morir, el amor inscrito en la inocencia de los ojos más bellos y balsámicos que se puedan contemplar en mortal alguno.

V: Perdiste la vista con diecisiete años ¿crees que no ver te ha ayudado a desarrollar más tu capacidad artística y de imaginación?

RE: Perdí casi por completo la vista a los trece años y por completo a los diecisiete, sí; no obstante, tengo la impresión que, junto a la propia naturaleza que heredamos genéticamente, es más definitiva la influencia que ejercen las personas con las que convivimos. Esta novela, no es precisamente un alarde de imaginación, sino una expresión, la hemorragia de un dolor encapsulado en el cerebro y el corazón durante una vida y que hoy trato de cauterizar mediante la publicación de esta novela autobiográfica a pesar de un final incierto.

V: ¿Cuéntanos qué hay de personal en este libro?

RE: Todo es personal; tal vez, algunos episodios estén cargados de vehemencia, pero cada cual vivimos las experiencias según nuestra capacidad emocional y percepción de la vida entorno.

 V: Tu obra está repleta de humor ¿reírte te ayuda a?

RE: El humor es acariciador a diferencia de lo cómico que hiere. Es imprescindible para que, ese bálsamo psicológico, restañe las yagas del espíritu.

V: Eres también escultor ¿Qué tienen en común el arte de escribir con el arte de esculpir?

RE:El proceso creativo es muy similar en cualquiera de las Bellas Artes. Primero hay una concepción de la obra: la idea; luego surge en qué medio expresarla, si en la piedra, en el lienzo o en el discurso literario: la proyección;  y, durante la elaboración, surge un diálogo entre el autor y la obra gestante; la propia obra establece un diálogo porque en cada golpe de cincel, en cada trazo de pincel, en cada frase con su peculiar sintaxis, el autor tiene constantes emociones y responde continuamente en esa conversación autor-obra: Retroyección,  hasta que concluye el diálogo porque ya no se pueda añadir más al lienzo o secuestrarle  más a la piedra o continuar con una oración más.

V: ¿Cómo te decantas por este título para tu libro? ¿Barajaste más opciones?

RE: El título “Caruba”, hace referencia a un polvo similar al Colacao; las monjas nos lo servían de postre en las comidas durante los  años del “plan Marshall” en España. Al ser yo el niño más pequeño del colegio, dos o tres años, me permitían abrir el envase y por tal motivo me pusieron “Carubita” de mote durante  el primer año de internado.

V: ¿Quiénes son tus autores referentes?

RE: Según la época. En la edad infantil, Julio Verne y Stevenson; durante la adolescencia y juventud, Dostoyeski y Hermann Hesse; en la edad universitaria y hasta la actualidad, Enrique Pajón Mecloy.

V: ¿Qué es lo que te gusta leer en tus ratos libres?

RE: Según el ánimo; unos días, las obras de Ana María Leyra Soriano y las de E. Pajón Mecloy; si estoy muy cansado, las de Juan Evangelista; y si quiero divertirme, las de autores latinoamericanos: Cortázar, Vargas Llosa, Gabriel G. Márquez, Octavio Paz, etc.

V: ¿Qué dirías a los lectores para que se llevaran a casa Caruba – Ojalá me hubiese muerto cuando nací?

RE: Reproduciría las palabras de un  miembro del jurado, Luis Mateo Díez, cuando me concedieron el premio Especial Tiflos de Literatura, asustado por el título: “con este título, no sabe uno si leerla o no leerla”, jajaja.

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