Entrevista a Fernando Gilo Moriel, autor del libro «Vaivén en un columpio de hojalata»

V: Cuéntanos un poco más de ti, Fernando

RE: Estudié saxofón en el Conservatorio Superior de Música de Málaga y el Máster en Filosofía, Ciencia y Ciudadanía en la universidad de la misma ciudad. Actualmente estoy opositando para ser músico en las Fuerzas Armadas.

Mi trayectoria académica ha estado acompañada de mis grandes pasiones, que son escuchar música, leer, el cine y, en definitiva, cualquier forma de arte.

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V: ¿Cuándo empezó tu pasión por escribir?

RE: Mi primer contacto con la escritura se produjo entre los trece y los catorce años, cuando decidí escribir, en forma de relatos, algunas historias que me contaba mi abuelo sobre su infancia durante la posguerra. A medida que iban pasando los años, mi gusto por escribir se inclinó más hacia el ensayo y los artículos de investigación que hacia la literatura. Fue a los diecinueve años, a raíz del deseo de poder comunicar ideas y sentimientos que sentía “enquistados” o que incluso me avergonzaban, cuando tomé contacto con la poesía. Desde ese momento, aunque siempre de forma intermitente, no he dejado de escribir.

V: Estudiaste en el Conservatorio Superior de Málaga ¿qué tiene en común la música y la escritura?

RE: En general considero que, aunque el paradigma tradicional de las Bellas Artes se haya empeñado en lo contrario, los límites entre las distintas formas de expresión artística son, cuando menos, difusos. En lo referente a los rasgos comunes entre literatura y música, he de decir que mi idea está impregnada por lo que Enrico Fubini, en su obra Estética de la música, planteó acerca de esta cuestión: la noción de que poesía y música tuvieron un origen común (tesis muy popular dentro del pensamiento musical tradicional). Yendo un poco más allá y dejando a un lado la cuestión del origen común, considero que uno de los elementos comunes más importantes es la presencia de una idea de “narrativa”, de una ordenación de un discurso; tanto en música como en literatura, existen una presentación de ideas, un desarrollo de las mismas y algún cierre de estas.

V: ¿Qué tiene que ver tu obra con el Hip-Hop?

RE: Al intentar estar entre dos orillas, teniendo un pie en el mundo musical y otro en el literario, el Hip-Hop constituye, sin duda alguna, la mejor síntesis contemporánea de ambas realidades.

Concretamente, mi obra está muy inspirada por la música de raperos como Ayax o Gata Cattana (también poetisa). La manera en que estos artistas dibujan su realidad de una forma directa, auténtica y descarnada, conjugando esto con un gran cuidado de la forma (al final, el texto está subordinado a la base y viceversa), me impacta cada vez que me pongo los cascos y los escucho. Es por eso que he querido que mi poesía se asemeje a algunas estructuras presentes en el rap y que sea una literatura no solo para ser leída, sino para ser recitada.

V: ¿Cómo surge la idea de escribir Vaivén en un columpio de hojalata?

RE: Este proyecto no fue algo premeditado, sino que fue algo que se fraguó a posteriori. Mi salida del confinamiento domiciliario y la vuelta a la mal llamada “nueva normalidad” me condujeron a un escenario en el que no me reconocía a mí mismo ni al mundo que tenía a mi alrededor. Las reflexiones y conclusiones que extraje de esta situación me provocaron una serie de heridas a nivel psicológico, social y físico que, para ser cerradas, necesitaron de algún elemento de carácter terapéutico; en mi caso, fue la escritura. Una vez la tormenta fue amainando, tras reencontrarme con algunos de los poemas que había escrito durante este período (no me había atrevido a releer nada del material que había ido acumulando), una idea empezó a rondar de forma constante mi cabeza: esto tengo que compartirlo.

V: Tu libro está influido por la «modernidad líquida» de Zygmunt Bauman ¿nos explicas que es el concepto de la «modernidad líquida»?

RE: Conocí esta noción de forma indirecta, a través de la obra La Democracia Humanista, del profesor de la UEx Gabriel Moreno González. En esta obra, se citaba el concepto de “modernidad líquida” y, tras dar con él, comencé a investigar más acerca de las ideas del sociólogo Zygmunt Bauman. Con “modernidad líquida”, este autor trata de definir la naturaleza actual de nuestra sociedad, la cual se manifestaría como un estado de ininterrumpido cambio y transitoriedad. Las grandes promesas de horizontes de estabilidad  en lo laboral, económico o incluso afectivo se han disuelto, dando paso a un mundo en el que nos dejamos arrastrar por una constante incertidumbre que, tarde o temprano, termina por ahogarnos en una angustia perpetua, producto de la inseguridad y zozobra constantes.

El uso de la metáfora de la fluidez para describir el que es quizás uno de los mayores dramas a los que nos enfrentamos como colectivo me pareció de una originalidad y finura tremendas. En mi interpretación, aunque muy libre (al fin y al cabo, yo he intentado llevar a cabo una relectura estética de esta idea que procede del campo de la sociología), he intentado plasmar esa desesperación que sentimos los humanos al lidiar con una existencia en la que no podemos asegurar que nada, ni siquiera nuestros vínculos afectivos más básicos, tiene garantía de permanecer; de la misma forma que, para una empresa, un trabajador puede ser sustituible (como si de un electrodoméstico estropeado se tratase), en contextos como el de las relaciones familiares o de pareja puede ocurrir lo mismo. Es por ello que me valgo de imágenes y conceptos como el de la “liquidez”, “vaivén”, “hundimiento” o alusiones a la hiperconectividad a través de las redes sociales (mera caricatura de unas relaciones sociales funcionales y sanas) o la mercantilización de cualquier aspecto de la vida humana.

V: ¿Cuánto nos ha marcado el confinamiento? ¿Cómo te ha afectado a ti personalmente?

RE: El confinamiento, si bien necesario, ha constituido un punto de inflexión para varias generaciones. Creo que (y espero equivocarme) nada va a ser igual, al menos en el corto-medio plazo. Durante varios meses nuestra vida se vio interrumpida, sin saber hasta cuándo se iba a prolongar esa situación. Uno de los elementos constitutivos de nuestra condición humana, la socialización (directa, sin que exista la mediación de una pantalla), fue temporalmente desconectado; eso es algo que, inevitablemente, deja consecuencias. Si le privas a una persona del sentido del olfato durante meses y después se lo devuelves, probablemente hasta el aroma de las rosas le asquee durante un tiempo. No es de extrañar que cada vez más profesionales de la salud mental estén hablando de la “fatiga pandémica” (pues aún nada ha vuelto a ser como antes).

En mi caso, como ya he mencionado previamente, fue una experiencia complicada, no tanto por el confinamiento en sí (pues me zambullí de cabeza en una suerte de “burbuja” de recogimiento y seguridad) sino por la salida del mismo. Quise pensar que mi vida volvería a su cauce, pero me equivoqué: todo era diferente.

V: ¿Qué es lo que te gusta leer en tus ratos libres?

RE: La verdad es que tengo unos gustos muy plurales (o eso creo) y, en principio, no tengo problemas en leer cualquier libro que acabe en mis manos. Desde pequeño he disfrutado mucho con la literatura fantástica, aunque, desde hace un tiempo, estoy acercándome a otro tipo de obras. Ahora estoy enfrascado en la lectura de tres autores que, bien por sus ideas o por sus vidas, han producido una obra dura, intensa y, aunque se adorne de metáforas y alegorías, directa: Albert Camus, Mijaíl Bulgákov y el poeta futurista Vladímir Mayakovski.

V: ¿Qué van a encontrar los lectores en este libro?

RE: Creo que se van a topar con el testimonio de una persona que ha atravesado dificultades a la hora de rehacer ciertos aspectos de su vida tras ver cómo piezas que consideraba fundamentales (en lo personal y también, por qué no, en lo profesional) se han quebrado o directamente desaparecido. Esto sé que no es muy alentador, pero considero que este poemario, pese a sus defectos, tiene una gran virtud: honestidad. Me parece que cualquier lector puede verse identificado o sacar alguna conclusión que pueda serle útil si hay sinceridad en aquello que está leyendo.

V: ¿Qué dirías a los lectores para que se llevaran a casa Vaivén en un columpio de hojalata?

RE: Más que decir nada, les pediría un voto de confianza. Mi trabajo puede gustarles o no, pero estoy convencido de una cosa: no les va a dejar indiferentes.

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