Las muertes más excéntricas de los escritores

Los escritores son criaturas creativas por naturaleza, tanto en el papel como fuera de él podemos encontrar actos de auténtica creatividad. Algunos, incluso, llevaron esta afición hasta cotas extremas, teniendo una despedida del mundo muy imaginativa. En esta entrada hemos querido dejar fuera a los autores que se suicidaron por eso de que quitarse la vida a uno mismo no tiene tanta imaginación, por lo que vamos a contaros las muertes más excéntricas que conocemos del mundo de la literatura.

Esquilo

El renombrado escritor y famoso que vivió durante el siglo V a.C. tuvo la mala suerte de morir por una tortuga que le golpeó en la cabeza tras ser soltada por un águila mientras paseaba por el campo. ¿Cuántas posibilidades pueden haber de que esto ocurra? Pues a él le pasó, porque lo de dejar el mundo de los vivos con un infarto o algo por el estilo era demasiado común para él. 

Julien Offray de la Mettrie

Cuando cayó gravemente enferma tuvo la suerte de que el Gobierno de Prusia la acogió y le dio todos los cuidados que fueron necesario. Finalmente pudo curarse y hubiera llevado una vida totalmente normal si no hubiese aceptado la invitación del Rey para celebrar su salud. En la cena que celebraron Julien hacía gala de su moral. La religión era mala para las personas y la única manera de desafiarla era con el ateísmo y con el quebrantamiento de aquellos mandamientos que no se ajustaran a la vida social de la época. Dicha noche se dejó llevar por la gula y falleció de un empacho. Imaginad el banquete.

Tennesse Williams 

Este escritor tenía bastante facilidad para darle a la bebida pero claro, conforme se hizo más mayor necesitaba más ayuda de sustancias externas para evitar tener una resaca de campeonato a la mañana siguiente. Total, que una de esas noches, con 71 años, decidió tomarse una pastilla, con tal mala pata que se tragó el tapón. Fue su perdición.

Sherwood Andersen

En una de las fiestas a las que solía acudir, mientras se tomaba un pincho de algo se le olvidó el hecho de que lo comestible es el alimento y no el palillo, el cual viajó por dentro de su cuerpo hasta provocarle una peritonitis que terminó con su vida.

Dan Andersson

Cuando estuvo en el Hotel Hellman de Estocolmo sus enemigos se cobraron su vida. Le pusieron cianuro en su bebida y murió agonizando.

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