¿A qué huelen los libros?

Por @aguero_raquel, sígueme en Twitter

Los amantes de los libros nos encontramos actualmente con el dilema de si seguir con nuestros amigos inseparables, también denominados libros, en el formato de toda la vida (papel) o si pasarnos al libro electrónico. En cuanto a esto, como conté en un post anterior, yo lo tengo claro y me quedo con los libros de papel. Sin embargo, tampoco os conté mucho el porqué de esta decisión y no me paso al lado oscuro tecnológico en este aspecto. Una de las razones, aparte de por seguir queriendo sentir en mis manos (y en mi hombro, también) el peso de un libro físico es por su olor. Sí, me encanta como huelen los libros, sobre todo los nuevos, y seguro que a muchos de vosotros también os pasa.

Lo primero que nos dicen de pequeños para que nos enganchemos a los libros es que en ellos puedes encontrar aventuras e historias increíbles. Cuando vamos creciendo (pasada la fase de Fray Perico y su borrico y otros clásicos infantiles) vamos descubriendo que esto es verdad, siempre y cuando no hayamos desistido en el mundo literario por leernos esos libros que nos mandaban en el instituto como lectura obligatoria y que simplemente por el hecho de ser “obligatorio” nos daban pereza. Pero sí, era verdad. En los libros vamos descubriendo historias fascinantes, tanto ficticias como reales, historias que nos apasionan y que, como las películas, podemos leer una y mil veces. Pero siempre hay algo más que nos engancha a seguir leyendo.
Leer nos ayuda a mejorar nuestra concentración, a mejorar nuestra escritura, a relajarnos, a evadirnos… pero he de reconocer que antes de entrar en la librería y ponerme a buscar mi próxima víctima a la que devorar (siempre literariamente hablando, no penséis mal) hay algo que te atrapa y hace tiempo descubrí que era: el olor de un libro nuevo.
Si nos vamos al sentido más literal en esto de los olores literarios, y sobre todo si nos encantan los libros, sabemos perfectamente que una biblioteca no huele igual que una librería. Es más, si nos meten en ambos sitios con los ojos cerrados simplemente por su olor sabemos dónde estamos, si en uno u otro. Pero haciéndome una y otra vez la pregunta con la que he titulado este post puedo afirmar rotundamente que con el olor de un libro puedes llegar a ese mundo fantástico que nos prometían cuando éramos niños sin ni siquiera saber qué libro nos vamos a llevar a casa.
Sí, un libro huele a aventura y a recuerdos a la vez. Huele a la colonia de tu madre, tu padre o tus abuelos cuando te leían en la cama o cuando te ayudaban a aprender a leer con eso tan gracioso de la “b con la a ba”. Huele a esas tardes en las que mientras tú merendabas viendo la tele con los dibujos ellos encontraban ese pequeño momento en el que seguir con ese libro tan interesante.
Un libro huele a esas lágrimas que derramarás por la historia que tienes entre manos, ya sean lágrimas de risa o de pena; a esa historia que te hace estremecer de miedo, tanto o más que una película, o también de placer. Huele a ese momento que te dedicas a ti mismo, ese momento en el que desconectas del mundo, en el que solo existes tú como mero espectador inmerso en las penas y glorias de los personajes de esa novela. Huele a esa poesía que te hace recordar momentos pasados, buenos y malos, y con la que vuelves a derramar lágrimas de risa o de pena. En definitiva, un libro termina oliendo a ti, no a tu perfume o tu gel de ducha, un libro termina oliendo a todo lo que nos ha ido pasando en la vida entre lectura y lectura. Y, permitidme que os diga, esos momentos los hemos pasado con un libro físico entre manos.
Y, sinceramente, ese olor no lo pueden tener los libros electrónicos (he aquí mi humilde opinión, que quede claro). Ese olor, ese peso, esas ganas de pasar de página ganan más protagonismo con los libros de papel (por si no os ha quedado claro ya que soy fan de los libros de papel). Podréis estar de acuerdo o no (posiblemente sea que no porque cuando me entra algo en la cabeza algo, no paro) pero lo que nunca me podrán quitar es el olor al entrar en ese maravilloso mundo que son las librerías.

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