Adel, cuéntanos un poco más de ti…
Soy un chico de 23 años que estudia en Madrid pero que se ha criado toda su vida en Alicante. Adoro la música y soy autodidacta, faceta que puede encontrarse en mi Instagram (adel.flor). También me apasionan los deportes de equilibrio como el patinaje o el surf y soy un amante de los perros.
¿Qué van a encontrar los lectores en este libro?
En este libro se puede encontrar dolor y desgaste, pero también esperanza y amor, mucho amor. Entre sus versos se esconde un atisbo de resiliencia para todos los corazones frágiles.
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¿Cómo nace en ti la pasión por escribir?
No sabría decir el cómo, pero si el cuándo. He escrito desde que tengo memoria y la poesía me ha acompañado toda la vida. He tenido una etapa más musical estos últimos años componiendo canciones y, en cierto modo, manteniendo viva esa poesía a través de la música. Dicho esto, supongo que la necesidad de escribir viene predeterminada por la propia necesidad de querer decir algo pero de una forma distinta, algo más artística.
¿Cómo surge la idea de Apego y olvido?
La idea de escribir Apego y olvido surge a causa de una experiencia traumática en la que me toca mantener muchas conversaciones conmigo mismo acerca de diversos temas trascendentales como el amor, la vida, la muerte, etc. En ese proceso recordé la frase de una buena amiga que decía que siempre podemos hacer arte de cualquier cosa, incluso de lo traumático. Y así lo hice. Para mi este libro ha sido mi mejor psicólogo.
¿El título de Apego y olvido qué significado tiene?
El título parte de ese sentimiento contradictorio de tener que olvidar algo que no quieres olvidar pero que te impide avanzar. Trata de explicar cómo debemos aprender a decir adiós para poder querer con intensidad y sinceridad, con más pureza.
¿Cómo te decantas por este título para tu libro? ¿Barajaste más opciones además de Apego y olvido?
El título no fue mi primera opción. Por mucho tiempo mantuve otro título hasta que un día de golpe salió Apego y olvido de mis labios. Creo que fue por el hecho de ver toda mi poesía de manera conjunta y percatarme de que lo que estaba escribiendo era algo que quería con muchísima fuerza pero que tenía que dejar marchar.
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¿Cuéntanos qué hay de personal en este libro?
Prácticamente todo el libro trata sobre mí. La manera en la que entiendo las relaciones, el mundo a mi alrededor, las despedidas y los reencuentros, etc. Quería transmitir una etapa dura pero en la que se vislumbra cariño porque, por muy mal que vaya todo, siempre hay pequeños momentos de felicidad. Este libro es esa etapa y la persona que dejo en ella.
¿Qué te gusta leer?
Me gusta mucho leer fantasía, pero también leo ciencia ficción, poesía y filosofía. Aunque he de admitir que me cuesta mucho que un libro me atrape, por eso intento leer de todo un poco hasta dar con el libro adecuado.
¿Quiénes son tus autores referentes?
Dentro de la poesía me encanta Miguel Hernández, Antonio Machado, Pedro Salinas, Marwán y Elvira Sastre.
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¿Qué es lo que te gusta leer en tus ratos libres?
En mis ratos libres suelo leer poesía. Considero que es un género capaz de aportarte mucho con poco. Actualmente leo más poesía contemporánea pero no dejo de volver a visitar poetas más clásicos como Vicente Aleixandre, Jorge Guillén o Rosa Chacel.
¿Que le dirías a los lectores para que se lleven a casa tu libro?
Les diría que es un libro especialmente dedicado a las personas sensibles pero que, sí se presta atención, no va a dejar indiferente a nadie. Sean sensibles o no, Apego y olvido es una carta de amor a la vida desde el foco de la resiliencia y la esperanza.
En todo el proceso de escritura, ¿qué ha sido lo más fácil y lo más complicado a la hora de dar forma a Apego y olvido?
Lo más fácil ha sido recopilar algunos de los poemas que ya tenía y rearmarlos con mi yo actual. Y lo más difícil supongo que ha sido darle un sentido completo a los 80 poemas para que contaran una historia.
¿Tienes alguna manía a la hora de escribir?
A la hora de escribir poesía me gusta escribir justo antes de dormir. Creo que cuanto más cansado estoy más libre es mi mente para dejar volar las ideas. El único problema es que algunas mañanas me despierto con fragmentos inconexos y toca rehacer o descartar por completo. Me gusta pensar que mis poemas se envuelven en una fase onírica.
